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¿Cuántas veces te has dejado en segundo plano?

La vida, a menudo, nos arrastra en su vorágine: trabajo, familia, amigos, responsabilidades. Nos convertimos en las cuidadoras, las proveedoras, las organizadoras… y en medio de todo eso, nos olvidamos de nosotras mismas. El ruido del exterior es tan fuerte que llegamos a perder nuestra propia voz, la voz que una vez nos dijo lo que realmente deseábamos, lo que nos hacía felices, lo que nos hacía sentir completas.

¿Te ha pasado?

¿Sientes que has perdido la conexión con quien realmente eres? Tal vez ya no recuerdas la última vez que te hiciste una pregunta importante: ¿Qué quiero yo?
Nos olvidamos de nosotras mismas, pero no hay mayor dolor que el de desconectarse de la propia esencia. Este es el dolor silencioso que muchas mujeres cargan, sin poder identificarlo, pero sintiéndolo a cada paso.

La respuesta es compleja, pero la raíz está en que vivimos para los demás, nos exigimos ser perfectas, nos comparamos con otras personas, y muchas veces buscamos la aprobación fuera de nosotras. Aprendemos a darnos importancia solo cuando cumplimos con las expectativas de los demás. Y todo esto nos aleja de nuestra esencia, de nuestro bienestar, de nuestra paz interior. Nos olvidamos de lo que significa vivir para nosotras mismas.

Tal vez te has estado ignorando por miedo. Miedo de no ser suficiente, miedo de fallar, miedo de que si te pones como prioridad los demás se sientan abandonados o rechazados. La culpa entra en juego y te hace sentir que no mereces cuidado, amor y tiempo para ti misma. Pero, la verdad es que no hay nada más importante que reconectar contigo misma.

El precio de ignorarte

¿Sabes lo que pasa cuando nos desconectamos de nosotras mismas?
El precio es alto.
Comienzas a perder el rumbo. Dejas de escuchar tu cuerpo, de prestar atención a tus necesidades emocionales. La frustración se acumula, el agotamiento emocional se convierte en un compañero constante, y tu autoestima comienza a desmoronarse poco a poco. Comienzas a sentirte vacía, perdida. Te preguntas si realmente te conoces, o si simplemente eres un reflejo de lo que otros esperan de ti.

La desconexión crea una brecha en tu vida, una brecha que no se llena con nada material ni superficial. La vida pierde el sabor, las relaciones se vuelven pesadas, y la ansiedad empieza a apoderarse de tu mente.

No tienes que seguir viviendo de esta manera.

Es hora de que dejes de ignorarte. Es hora de reconectar con tu verdadera esencia.

Reconocerte a ti misma, volver a escuchar tu voz interior, poner atención a tus emociones, reconectar con tus deseos y sueños es un acto de valentía y de amor propio. Cuando te permites sanar, cuando te abres a la posibilidad de cuidarte, empiezas a tomar el control de tu vida y de tu bienestar.

¿Sabías que el simple acto de validarte a ti misma puede transformar tu vida? Cuando dejas de esperar la validación externa, cuando dejas de dudar de tu valor y te permites sentirte suficiente tal como eres, te conviertes en la mejor versión de ti misma. No hay nada más poderoso que eso.

El primer paso es parar.
Es momento de hacer una pausa. Reconocer que te has perdido. No es un acto de debilidad, sino de valentía. Reconocer que te has descuidado, que te has olvidado, es el primer paso hacia el reencuentro. Y ese reencuentro es la clave para tu sanación.

Aquí hay algunos pasos importantes para comenzar a reconectar con tu verdadera esencia y empezar a cuidarte sin culpa:

  1. Escucha tu cuerpo
    Tu cuerpo siempre tiene algo que decirte. La fatiga, la tensión, el dolor son señales de que algo no está funcionando bien. Es momento de hacer una pausa y preguntar: ¿Cómo me siento realmente? Dedica tiempo para escuchar las señales que tu cuerpo te está enviando.
  2. Haz espacio para ti
    ¿Hace cuánto tiempo que no haces algo solo para ti? Sin culpas, sin excusas. Sal a caminar, haz una actividad que disfrutes, lee un libro que te inspire, dedica unos minutos a meditar o simplemente a respirar profundamente. Cada momento que dediques a ti, será un acto de amor.
  3. Deja de ser tu peor crítica
    Es fácil caer en la trampa de la autocrítica, de pensar que nunca eres suficiente. Es hora de cambiar esa narrativa. Comienza por hablarte con amabilidad, como lo harías con una amiga. Reconoce tus logros, por pequeños que sean, y celebra cada paso hacia tu bienestar.
  4. Pon límites claros
    Una de las formas más poderosas de reconectar contigo misma es aprender a decir “no”. No tienes que complacer a todos. Poner límites es un acto de respeto hacia ti misma. Deja de cargar con lo que no te pertenece, y permite que tu energía fluya en lo que realmente importa.
  5. Haz una limpieza emocional
    A veces, nos aferramos a relaciones, creencias o situaciones que ya no nos sirven. Es momento de hacer espacio para lo nuevo. Haz un inventario de tus relaciones y compromisos, y comienza a soltar lo que no te aporta bienestar.

Reconectar contigo misma no es un evento único. Es un proceso continuo que requiere paciencia, práctica y compasión. Habrá momentos en los que sentirás que das dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás. Pero eso es parte del viaje. Lo importante es que estés dispuesta a seguir caminando.

Permítete caer, pero no dejes que te detengan. Reconocer que te has desconectado de ti misma es el primer paso para empezar a sanar, para empezar a poner límites, para empezar a cuidarte y a amarte tal como eres.

Es momento de reencuentro

Hoy, más que nunca, es tu momento. Tu vida, tu bienestar, y tu paz interior son lo más importante.
Deja de ignorarte, reencuéntrate contigo misma y empieza a vivir una vida alineada con tu verdadera esencia. No tienes que seguir viviendo para los demás. La vida que te mereces comienza cuando decides cuidarte a ti misma, cuando decides amarte profundamente.

Written by

Alexa Dacier

Alexa Dacier / Psicología / Terapeuta sexual y de pareja
Todos necesitamos donde apoyarnos cuando emocionalmente creemos que no podemos más.

Aquí nos damos el permiso para:
Sentir.
Soltar.
Amar.
Aprender a poner límites.
Reconstruir nuestros vínculos afectivos.
Sostener relaciones sanas.
Aplicar la autocompasión.
Cambiar el dialogo interior.