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A veces, el caos regresa a tu vida con una fuerza inesperada. Las tormentas que creías haber dejado atrás se reactivan, trayendo consigo una sensación de descontrol que te desborda. Esta vez, el caos es más fuerte, más profundo, más doloroso. Y lo más desgarrador es que, a pesar de esa intensidad, eliges guardártelo para ti misma. Porque el dolor, cuando es tan íntimo, también puede ser aterrador de compartir. 

Te encuentras atrapada entre la necesidad de desahogarte y la presión de mantener la compostura. Hay partes de ti que simplemente no sabes cómo poner en palabras. Esas sombras que nublan tu mente, esos pensamientos que se entrelazan en confusión, no encajan fácilmente en una conversación cotidiana. Entonces te encierras en ti misma, aferrándote a una sonrisa que ya no refleja tu verdad. Sonríes por costumbre, por sobrevivencia, por miedo. 

Este silencio no es debilidad. Es, muchas veces, una forma de resistir. Un acto de supervivencia emocional. Porque aunque por fuera todo parece estar bajo control, por dentro el viento de tus tormentas personales te zarandea con una fuerza que apenas puedes soportar. Y aun así, te obligas a seguir adelante. A ser fuerte. A cumplir con todo, como si el mundo no pudiera detenerse a esperar a que tú sanes. 

Te conviertes en actriz, en protagonista de una obra que solo tú entiendes. Una obra que nadie más ve detrás del telón de tu cotidianidad. Porque el miedo al juicio, al rechazo, a no ser comprendida, te empuja a esconderte detrás de una fachada. Y esa fachada empieza a pesar más cada día. Finges que todo está bien cuando lo único que anhelas es que alguien te mire de verdad. Que te vea en tu fragilidad, que te escuche sin prisas, que te abrace sin necesidad de explicaciones. 

Es tan agotador, ¿verdad? Esta constante necesidad de sostener el caos en silencio. El dolor se acumula. Las emociones se amontonan. Y te preguntas hasta cuándo vas a poder seguir haciéndolo. Mientras los demás corren hacia sus metas, tú sientes que caminas en cámara lenta, atrapada en un laberinto de pensamientos. Te preguntas si alguien notará el peso que llevas en el alma. Si alguien verá la tristeza en tus ojos, el cansancio en tu cuerpo, la fatiga de tu corazón. 

Pero aquí estoy, y quiero decirte esto con todo el amor que puedo ofrecerte desde estas palabras: No estás sola. Aunque sientas que tu mundo está desmoronándose, aunque parezca que nadie ve lo que llevas dentro, tú no estás sola. Tus emociones son reales. Tu dolor es válido. Y no necesitas justificarlo. 

Todas las personas cargamos con algo. Algunas lo muestran, otras lo callan. Pero eso no significa que el dolor sea menos real. En este espacio quiero ofrecerte algo más que un texto: quiero ofrecerte un refugio. Un lugar donde puedas dejar de fingir, aunque sea por un momento. Donde puedas permitirte sentir sin miedo. Porque sentir no es un error, es un acto de valentía. 

Pedir ayuda no es rendirse. Es reconocerte. Es decirte a ti misma: “ya no quiero hacerlo sola”. Y eso es profundamente valiente. Porque la salud mental importa. Porque tu bienestar emocional merece atención. No tienes que esperar a tocar fondo para levantar la mano. No necesitas una crisis para justificar tus lágrimas. A veces, simplemente estar cansada ya es razón suficiente para detenerte y cuidarte. 

La ansiedad silenciosa, el agotamiento emocional, la tristeza que no se explica, son realidades comunes en muchas mujeres. En un mundo que exige perfección constante, donde ser fuerte se ha vuelto un mandato, permitirse una pausa se vuelve revolucionario. Permitirse llorar, descansar, pedir un abrazo, es una forma de sanar. 

Y sanar no es lineal. No es un destino, es un camino. Un camino con días grises y otros más claros. Con avances y retrocesos. Con momentos de claridad y otros de completa oscuridad. Pero cada paso, incluso los más pequeños, cuentan. Cada gesto de amor propio, cada “hoy me escucho”, cada “hoy me permito sentir”, te acerca un poco más a ti misma. 

Quiero invitarte a algo: déjate caer con ternura. No con culpa, no con vergüenza. Con ternura. Como quien se permite descansar entre los brazos de la comprensión. Como quien deja que el alma exhale después de tanto contener. Como quien reconoce que también merece ser cuidada. 

En esta vida no viniste a cargar con todo sola. Hay espacios, hay personas, hay palabras que pueden sostenerte. Tal vez este texto sea ese primer hilo. Tal vez te impulse a buscar un terapeuta, a hablar con una amiga, a escribir lo que sientes. Cualquier gesto, por pequeño que parezca, es una victoria frente al caos. 

El dolor que sostienes en silencio no te define. Es parte de tu proceso, pero no es todo lo que eres. Eres más que tus días difíciles. Más que tus emociones intensas. Eres un ser humano en constante transformación. Y aunque ahora te parezca que estás rota, lo que estás viviendo es una especie de renacer. Como un volcán que parece destruirlo todo, pero que, en realidad, está dando origen a nueva tierra fértil. 

Tú no tienes que entenderlo todo ahora. Solo necesitas ser amable contigo misma. Permitir que las lágrimas fluyan si es necesario. Escuchar a tu cuerpo. Respetar tus tiempos. Detenerte si lo necesitas. Respirar profundo. Y recordar que no estás sola. 

Aquí, en este espacio, te abrazo con palabras. Y te digo lo que quizás nadie te ha dicho últimamente: estás haciendo lo mejor que puedes. Y eso, en sí mismo, ya es muchísimo. 

Tú eres suficiente. Incluso en medio del caos. Incluso cuando sientes que todo se desmorona. Incluso cuando no sabes cómo seguir. Tu valor no disminuye por sentirte vulnerable. Al contrario, tu sensibilidad es una señal de tu humanidad. Y eso es algo hermoso. 

Así que, si hoy solo puedes respirar, respira. Si hoy solo puedes llorar, llora. Si hoy solo puedes leer estas palabras y dejar que te acompañen, está bien. Todo está bien. Porque estás aquí. Y eso ya es un paso valiente. 

Cuando el caos regrese, porque a veces vuelve, que encuentres este lugar. Este refugio. Esta luz suave que te recuerda que puedes soltar, que puedes sentir, que puedes empezar de nuevo. 

Y sobre todo, que nunca, nunca estás sola. 

¿Te sentiste reflejada en estas palabras? Comparte este texto con alguien que también lo necesite o déjanos un comentario. Aquí, tu historia importa. Aquí, eres bienvenida tal y como eres. 

Written by

Alexa Dacier

Alexa Dacier / Psicología / Terapeuta sexual y de pareja
Todos necesitamos donde apoyarnos cuando emocionalmente creemos que no podemos más.

Aquí nos damos el permiso para:
Sentir.
Soltar.
Amar.
Aprender a poner límites.
Reconstruir nuestros vínculos afectivos.
Sostener relaciones sanas.
Aplicar la autocompasión.
Cambiar el dialogo interior.