Tiempo de lectura: 5 minutos

En nuestra vida cotidiana, a menudo nos encontramos atrapadas en un ciclo de autocrítica y autoexigencia. Nos lanzamos palabras hirientes que nos hacen dudar de nuestra valía, y con frecuencia olvidamos que dentro de nosotras habita una voz tierna que anhela ser escuchada y cuidada.

Este viaje hacia el amor propio y la sanación comienza con el reconocimiento de nuestro diálogo interno y la importancia de aprender a hablarnos bien.

Qué sanador es liberarnos de esas crueles palabras que escuchamos en nuestra infancia o en momentos donde nuestra autoestima se vio gravemente afectada. A menudo, esas voces se convierten en un eco que resuena en nuestro interior, atrapándonos en un ciclo de dolor y desconexión con nosotras mismas. Cada vez que repetimos esos mensajes dañinos, elegimos perpetuar el sufrimiento en lugar de sanarlo. Romper con ese ciclo es un acto de amor propio. Al hacerlo, comenzamos a reconectar con nuestra esencia y a crear un espacio seguro en nuestro interior, donde podemos sanar.

Las palabras que utilizamos con nosotras mismas tienen un impacto profundo en nuestro bienestar emocional. Si, desde pequeñas, hemos sido moldeadas por las opiniones y expectativas de quienes nos rodean, es probable que hayamos internalizado críticas y juicios que pueden resultar dolorosos. Muchas veces, nos encontramos hablando con dureza, como si fuéramos nuestras propias enemigas.

Es importante reconocer que este patrón no se forma de la noche a la mañana. En la infancia, absorbemos lo que nos dicen los demás, y, en ocasiones, esas voces se convierten en un eco que nos acompaña a lo largo de la vida. Nos decimos cosas como: “No soy lo suficientemente buena”, “Siempre me equivoco” o “Nunca puedo hacer nada bien”. Este diálogo interno, en lugar de impulsarnos, nos ancla y nos aleja de nuestra esencia.

El primer paso hacia la sanación es la conciencia. Poder reconocer que estamos siendo demasiado duras con nosotras mismas es fundamental. Este momento de reflexión puede ser incómodo, pero es necesario para abrir la puerta a la compasión.

  1. Reconocer nuestras emociones: Permítete sentir y nombrar lo que está sucediendo dentro de ti. ¿Qué emociones surgen cuando te hablas de manera negativa? El miedo, la tristeza o la frustración son respuestas naturales. Dales espacio para existir sin juicio.
  • Ser curiosa contigo misma: Pregúntate de dónde provienen esas creencias limitantes. ¿Son realmente tuyas, o son ecos de voces externas? Al comprender su origen, puedes comenzar a liberarte de su peso.
  • Sostenerte con ternura: Imagina que hablas con una amiga cercana que está pasando por un momento difícil. ¿Cómo la tratarías? Con seguridad, la abrazarías, la escucharías con atención y le ofrecerías palabras de aliento. Ahora, haz lo mismo contigo misma. Eres digna de ese mismo amor y compasión.

A medida que te adentras en este viaje de sanación, es crucial cultivar un diálogo interno que te nutra y te ayude a hablarte mejor. Aquí hay algunas herramientas prácticas que pueden ayudarte:

  1. Practica la autocompasión: La autocompasión es el acto de brindarte a ti misma la misma amabilidad que ofrecerías a una amiga. Cuando te sientas abrumada o insegura, respira profundamente y repite frases como: “Está bien sentir así”, “Soy humana y cometo errores”, o “Me estoy haciendo lo mejor que puedo”. Esta práctica te recordará que no estás sola en tus luchas.
  • Escribe en un diario: Dedica unos minutos cada día para plasmar tus pensamientos y emociones en papel. Esto no solo te ayuda a procesar lo que sientes, sino que también te brinda la oportunidad de replantear tus creencias. Puedes escribir una carta a ti misma, expresando amor y comprensión, como lo harías con alguien que amas.
  • Practica la gratitud: Cada día, toma un momento para reflexionar sobre las cosas por las que estás agradecida. Puede ser algo tan simple como disfrutar de una taza de té caliente o sentir el sol en tu rostro. La gratitud ayuda a cambiar tu perspectiva y te recuerda que, a pesar de los desafíos, hay belleza en la vida.
  • Rodéate de personas que te recuerden lo valiosa que eres: Las personas que te rodean influyen en tu diálogo interno. Elige rodearte de quienes te apoyan, te inspiran y te hacen sentir bien contigo misma. Las relaciones sanas son fundamentales para tu bienestar emocional.

Cuidar de tu mundo interior es un viaje continuo. No hay un destino final, sino un proceso de crecimiento y descubrimiento. Aquí hay algunas maneras de seguir cuidando de ti misma:

Dedica tiempo para ti: Asegúrate de reservar momentos en tu día para hacer cosas que te llenen de alegría y energía. Ya sea leer, pintar, practicar yoga o simplemente dar un paseo, cuidar de tu bienestar es esencial.

Establece límites saludables: Aprende a decir “no” cuando algo no resuena contigo. No tienes que complacer a todos, y está bien priorizar tu bienestar. Establecer límites te permite proteger tu energía y espacio.

Busca ayuda profesional: A veces, compartir tus pensamientos y emociones con un terapeuta puede ser de gran ayuda. Un profesional puede ofrecerte herramientas y técnicas para trabajar en tu diálogo interno y fomentar la autocompasión.

Sé amable contigo misma: Recuerda que el proceso de sanación no siempre es lineal. Habrá días en que te sientas poderosa y otros en que te sientas perdida. Permítete sentir, sin juzgarte. La autocompasión florece en la aceptación.

El viaje hacia el amor propio y la sanación comienza con la forma en que nos hablamos a nosotras mismas. A medida que aprendemos a transformar nuestro diálogo interno en uno lleno de amor y compasión, comenzamos a abrir la puerta a un mundo de posibilidades. Es un viaje que requiere tiempo y dedicación, pero los frutos de esta labor son invaluables.

La invitación es clara: cuida de tu mundo interior. Hasta que aprendas a hablarte bien, recuerda que siempre puedes comenzar de nuevo. Regálate, el amor y la compasión que mereces, porque eres valiosa, y tu voz interna merece ser escuchada con ternura.

Written by

Alexa Dacier

Alexa Dacier / Psicología / Terapeuta sexual y de pareja
Todos necesitamos donde apoyarnos cuando emocionalmente creemos que no podemos más.

Aquí nos damos el permiso para:
Sentir.
Soltar.
Amar.
Aprender a poner límites.
Reconstruir nuestros vínculos afectivos.
Sostener relaciones sanas.
Aplicar la autocompasión.
Cambiar el dialogo interior.